miércoles, 28 de octubre de 2015

LAS CURACIONES “MILAGROSAS”

LAS CURACIONES “MILAGROSAS”
JOE DISPENZA
Después de estudiar remisiones espontáneas y milagrosas, hay cuatro cosas en común entre la mayoría de las personas que han tenido una remisión de su enfermedad.
“Lo primero es que todas ellas aceptaron y creyeron que había una inteligencia que vivía dentro de ellas, llámalo inteligencia espiritual o inteligencia universal. Todas estas personas aceptaron que había algún orden innato que les estaba dando vida; y razonaron que no había nada místico sobre la inteligencia, la cual mantenía su corazón latiendo, digiriendo la comida, creando nuevas células cada día. Básicamente les daba suficiente vida y podían interactuar y conectar con esta inteligencia y dirigirla para que les hiciera la curación. Razonaron que se habían distanciado de este nivel mental, esta mente superior, y que si podían empezar a desarrollar una relación con esta mente y acercarse más a ella ésta asumiría el mando y empezaría a reparar sus desequilibrios”.
“Lo segundo es que todos ellos aceptaban que sus pensamientos, su manera de pensar a lo largo de un periodo de tiempo (veinte o treinta años), sus reacciones, sus actitudes, crearon su enfermedad; que vivieron a diario con emociones y pensamientos destructivos de inseguridad, sufrimiento y minusvalía, y que estas emociones y pensamientos estaban literalmente rompiendo los tejidos. Porque cada vez que tenemos un pensamiento creamos una sustancia química. Si tenemos pensamientos grandes y felices creamos sustancias químicas que nos hacen sentir fantásticos y felices; si tenemos pensamientos negativos, de infelicidad o autodestructivos, creamos sustancias químicas que nos hacen sentir infelices y destructivos. Así que los pensamientos adoptan una forma química, y ésta da la señal al cuerpo de permitir sentirnos exactamente de la manera en que estamos pensando”.
“Lo tercero es que se tenían que reinventar a sí mismas; decidieron hacerse algunas preguntas importantes:¿cómo me sentiría siendo feliz? ¿A quién conozco en mi vida que sea una persona feliz? ¿Qué tengo que cambiar sobre mí mismo para vivir con alegría? ¿En qué punto de mi día me vuelvo inconsciente y negativo? ¿A quién admiro de la historia? Empezaron a hacerse preguntas importantes. Al hacerse estas preguntas forzaron a sus cerebros a empezar a pensar de nuevas maneras. Empezaron a interrumpir el programa de pensar y sentir y literalmente empezaron a construir nuevas conexiones neurológicas en sus cerebros, que actuaron como plataforma o escenario para convertirse en una nueva persona. Esa nueva persona mandaba nuevas señales (o sea las sustancias químicas de sus pensamientos) que empezaron a cambiar su cuerpo y su salud”.
“Lo cuarto es que, cuando dedicaban tiempo a pensar y ensayar en quién quería convertirse, cuando se sentaban y se concentraban en ese individuo, tuvieron largos momentos en que perdieron la noción del tiempo y el espacio. En otras palabras, se concentraban tanto en lo que estaban pensando que cuando abrían los ojos y encendían la luz de la habitación esperaban que hubieran pasado diez o quince minutos cuando en realidad había sido una hora u hora y media, lo que significa que hicieron el pensamiento más real que todo lo demás. Cuando hacemos eso el cerebro empieza a rastrear estos cambios y a formular nuevas redes neuronales”.
¿Qué preguntas debemos hacernos para sentir de otra manera?
La mayoría de las personas cree que las emociones son reales. Las emociones y los sentimientos son el producto final, el resultado de nuestras experiencias. Si no hay experiencias nuevas o vividas de otra manera, vivimos siempre en la actualización de sentimientos pasados. Se trata del mismo proceso químico vez tras vez.
Una pregunta que ayudaría a cambiarnos es: ¿qué sentimiento tengo cada día que me sirve de excusa para no cambiar? Si las personas empiezan a decirse: yo puedo eliminar la culpa, la vergüenza, las sensaciones de no merecer, de no valer…; si podemos eliminar esos estados emocionales destructivos, empezamos a liberarnos, porque son estos estados emocionales los que nos impulsan a comportarnos como animales con grandes almacenes de recuerdos.
¿Cuál es el mayor ideal de mí mismo? ¿Qué puedo cambiar de mí mismo para ser mejor persona? ¿A quién en la historia admiro y qué quiero emular?
-Pero saber quién quieres ser no es suficiente para cambiar tu cableado.
No. El conocimiento es lo que precede a la experiencia. Aprender una información es personalizarla y aplicarla. Debemos modificar nuestro comportamiento para poder tener una nueva experiencia que a su vez crea nuevas emociones. El conocimiento es para la mente; la experiencia, para el cuerpo. Tenemos que enseñar al cuerpo lo que la mente ha entendido intelectualmente. Si seguimos repitiendo esa experiencia, se archiva en un sistema nuevo en el cerebro, y eso permite pasar del pensar al hacer, al ser.
-El siguiente paso es cambiar hábitos de comportamiento, tiene que haber acción.
El hábito más grande que tenemos que romper es el de ser nosotros mismos, porque la neurociencia y la psicología dicen que la personalidad ya está formada antes de los 35 años, eso significa que tenemos los circuitos hechos para poder enfrentarnos a cualquier situación y, por lo tanto, vamos a pensar, a sentir y actuar de la misma manera el resto de nuestros días.
Pero los últimos estudios muestran que es posible cambiar la personalidad en todas las etapas de la vida, para eso hay que convertir el hábito inconsciente en algo consciente, llegar a tener conciencia de esos pensamientos y sentimientos inconscientes.
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