martes, 27 de octubre de 2015

CUANDO NO QUIERO SOLTAR

CUANDO NO QUIERO SOLTAR
Una de las causas para que cualquier tratamiento, terapia o cambio en nuestra vida funcione, es no querer soltar… No queremos soltar nuestro enojo, nuestro dolor, nuestro sufrimiento, nuestras frustraciones, nuestro rencor. Preferimos seguir enfermos, hacer frente a procedimientos traumáticos o peligrosos,  o, simplemente, sufriendo. Entonces nuestra vida se convierte en la trampa del mono: por no soltar lo que creo que me alimenta puedo morir de inanición.
A esta altura surge la pregunta fundamental: ¿por qué no queremos soltar eso que nos hace sufrir? La respuesta general que agrupa todos los casos es: por miedo. Aunque creamos que lo que tenemos es odio, sed de venganza, que no podemos, que haremos daño… en realidad es miedo. Y para cada una de las personas ese miedo tendrá un matiz especial: porque de hacerlo fallaría a un mandato familiar, porque me quedaría solo y abandonado, porque nadie me apoyaría en mi decisión…
Una forma de empezar a encararlo es hacerse alguna de estas preguntas:
¿Qué creo en realidad que pasaría si lo hago? (puedo imaginármelo sin correr peligro)
¿De dónde saco la creencia de que sucedería esto? ¿Quién me lo dijo? ¿A qué situación de mi vida, mi pasado, mi infancia se parece?
¿Qué diría mi madre, mi padre, mis abuelos, mis hermanos, frente a esto? ¿Por qué siento que me importa, qué pasaría si aún así lo hiciera?
¿De quién es en realidad la voz que me dice que no lo haga?
¿Cómo me sentiría una vez hecho, logrado y terminado? ¿Cómo me vería a mí mismo/a?
¿Qué recurso creo necesitar para hacerlo? (determinación, coraje, amor, valentía…) ¿Quién podría dármelo? (puede ser alguien vivo o muerto, real o imaginario)
¿Cómo sería hacerlo y que todos estuvieran de acuerdo, me felicitaran, me vieran poderoso/a y valiente? (hago una imagen de mí mismo/a en ese estado)
Luego intenta hacer algo parecido: haz algo en tu vida que requiera de tu decisión, de tu valor o de lo que hayas visto que tenías que soltar, en un ámbito diferente. Haz algo que hayas postergado, que nunca has hecho o que hace mucho que tenías que hacer y fíjate cómo te sientes al haberlo hecho. Esto hará que el miedo se dé cuenta de que ya no es tan necesario. Y deja de decir que no puedes hacerlo: di “en este momento no estoy listo/a, pero en cualquier instante lo estaré”,  “estoy trabajando en ello”.
Y finalmente practica reírte un poco de ti mismo. Imagínate siendo el mono, ríete de tu miedo, pídele a tu Ser y a tu inconsciente que te muestre las herramientas que tienes para hacerlo. Siempre se puede.
¡Que tengas un día maravilloso!
María

Acompañante en Bioneuroemoción

No hay comentarios:

Publicar un comentario