sábado, 2 de enero de 2016

CUANDO NUESTROS HIJOS ENFERMAN


Un niño vive y absorbe el ambiente emocional de su madre desde su gestación hasta los seis o siete años, de tal manera que cuando un niño enferma debemos preguntarnos qué le pasa a la madre, qué sucede en el ambiente familiar, qué conflicto silencioso está viviendo su madre. El trabajo excesivo, la desprotección, los conflictos que vive o ha vivido la madre y no se atreve a expresar, los expresa el niño. Por ejemplo el asma habitualmente está denunciando un ambiente tóxico en casa y dificultades de relación en su entorno más cercano, un problema en la garganta nos hará preguntarnos qué es lo que la madre no pudo decir o no quiere tragar, y un niño con otitis frecuentes estará expresando una irritación de la madre por escuchar algo que no quiere oír…
Si queremos ayudar a nuestros hijos pequeños a que estén más sanos, si queremos evitarles sufrimiento, debemos ocuparnos de nosotros mismos, tomar consciencia de nuestras emociones, sentirnos con derecho a expresarnos y pedir ayuda. Los miedos, las discusiones, actuar desde la incoherencia por sacrificio es percibido por nuestros hijos y lo demostrarán con sus propias emociones o con sus problemas de salud. Podemos ver, entonces, que la llegada de un hijo a nuestra vida es una oportunidad para crecer emocionalmente y para desarrollarnos como seres humanos. Un conflicto nos da la oportunidad de poder hablar y expresarnos tranquilamente para que nuestros hijos distingan que no es suyo y puedan reconocer y poner en palabras sus propias emociones.
Hasta acá parecería que la madre carga con una responsabilidad sobrehumana, sin embargo el papel del padre es fundamental en esta etapa, porque es él el encargado de dar apoyo, tranquilidad, sostén emocional a la madre. El padre se transforma en el medioambiente de la madre. Tampoco se trata de vivir una vida perfecta y sin conflictos o discusiones, al contrario, se trata de aprender a dialogar, disentir, ser sinceros y demostrar que somos seres humanos amorosos capaces de hacer frente a los conflictos con honestidad. Esto les enseñará a nuestros hijos a lidiar con los propios cuando sean adultos.
Cuando se trabaja en consulta con la madre y no se encuentra nada relacionado con el síntoma del hijo, este está expresando un conflicto del clan. Lo mismo sucede cuando un niño nace con una enfermedad congénita
A partir de los siete años el padre será la figura clave en la vida de los niños y los ayudará a afianzar su autoestima, su espíritu de aventura, los límites y las normas, el actuar en la sociedad. Permitir que el padre tome su rol fundamental a esta altura hará que nuestros hijos se transformen en adultos autónomos, libres y puedan llevar a cabo sus proyectos de vida en la adultez. A partir de esta edad y hasta los 12, los síntomas de los hijos tendrán que ver con el ambiente familiar y con ellos mismos y su propia gestión de las emociones que aprendió en los primeros años de vida.
Podemos concluir sabiendo que la salud de nuestros hijos depende de nuestra felicidad y coherencia en la vida.
María
Acompañante en BNE

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