sábado, 2 de enero de 2016

¡Ay mis creencias!


Lo que me pasa, lo que interpreto, lo que puedo o no puedo hacer o cambiar, la realidad que vivo y me rodea… todo se basa en mis creencias. Nuestras creencias viven en el inconsciente, sustentan nuestras experiencias y hacen que creamos y creemos nuestra realidad. Cuando decimos “YO CREO…” decimos dos cosas: una creencia y una creación. No podemos prescindir de nuestras creencias, pero podemos cambiarlas. De hecho, todo cambio importante y revolucionario del mundo ha sido gracias a un cambio de creencias, y nos aferramos tanto a ellas que llegamos a sentir que si las dejamos atrás probablemente moriremos, o nos pasará algo terrible. Hace 500 años la creencia común era que la tierra era plana, y aventurarse en el océano hacia el horizonte conducía a la caída inexorable a infiernos desconocidos. Si viajáramos en el tiempo y le contáramos a esa gente que nuestro planeta es una bella esfera azul no nos creerían, y tal vez intentarían eliminarnos por ser un peligro para la sociedad que sostenía esas creencias.
Ahora piensa: ¿cuáles son las creencias sobre ti que no te permiten aventurarte más allá de los límites establecidos? Realiza una lista con 10 “yo no puedo…” . ¿De dónde sacas esa información, en qué te basas para afirmarlo, quién te lo dijo o quién no pudo antes que tú? Obviamente lo que te dijeron en la infancia, lo que tú incorporaste cuando eras bebé y en el embarazo de tu madre y lo que te fue trasmitido en tu Transgeneracional, han ido estructurando estas creencias. Luego le vas sumando las que tú fuiste agregando en tu vida por falta de información: cuando algo salió mal, te causó dolor o no pudiste hacerlo y determinaste como creencia tu imposibilidad (basado en lo anterior).
Tal vez nunca te dijeron (porque no lo sabían), que eres un ser con posibilidades infinitas, que eres tan inteligente, sagrado y perfecto como cualquier ser que haya habitado este mundo, tan bello como lo más hermoso que encuentres en él, porque estás hecho de lo mismo, y que cuando quieres y crees, puedes.
Ahora cambia tus 10 “no puedo” por “no quiero”: te has hecho responsable. Sin culpa ni presión, sólo observa que si “no puedes” es simplemente porque no quieres, y tacha de la lista lo que realmente no quieres hacer. Quédate con el resto y tacha el no: fíjate qué sientes con cada “quiero …” y busca si quedan aún creencias que te nieguen la posibilidad. Dale las gracias a estas creencias por haberte acompañado hasta ahora para cuidarte y busca nuevas creencias que te hagan ser y vivir la perfección, la belleza y la plenitud que eres. Infórmate de todas las personas que pudieron, los que cambiaron el mundo, los héroes de la humanidad: tú eres como ellos y has sido llamado a hacer tu función única y perfecta en el mundo. Mírate cada día en el espejo sabiéndolo, y ámate, aliéntate, apóyate para verlo manifestado en tu vida.
María
Acompañante en Bioneuroemoción

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